Fue aproximadamente por 1986 cuando, tras varios intentos por acceder al mundo del vuelo, Félix Rodríguez de la Hoz se entera de que Guillermo de la Torre ha organizado un curso de parapente. No sabiendo muy bien de que va el tema se apunta con otra docena de personas. Un curso de inicio de fin de semana, con materiales primigenios y escasos, sin casco, sin radio, con un arnés para las piernas y mucho, mucho valor. Hacen el curso, necesitando volver a realizar otro pues apenas si se había tomado contacto, con algunos descensos desde Tobarra. Ya eran pilotos, sin apenas conocimientos, a base de ensayo-error, ¡así empezó la aventura!
Tras esto empezó a viajar buscando zonas de vuelo, se hablaba de Castejón de Sos, dónde los hermanos Bielsa habían abierto una escuela, y así iba y venía buscando zonas de vuelo, ávido de conocimientos y de acumular experiencias e información, horas y vuelos. Ahí comenzó su andadura, a la par que se apuntaba a un curso de ultraligeros, que le aportó un mayor número de conceptos. Paralelamente viajaba por toda la provincia de Albacete y alrededores buscando zonas de vuelo, todo estaba por descubrir, Riópar, Riópar Viejo, Paterna del Madera, el Padrón, Bogarra, Ayna, Ontur, Tobarra, Hellín, la Peña del Cambrón, y el Yelmo, donde hizo su primer vuelo en 1988. Recuerda que habían volado ya en ala delta, pero cree que fue el primer vuelo en parapente desde su emblemática cima. Imaginaros cómo fue volar con un Gredos 29, un “salto de fe”, sin apenas saber dónde aterrizar. Lo consiguió justo donde ahora se encuentra el Centro de Interpretación del Aire y Vuelo CIAV en el Robledo, aunque no lo recuerda como un buen aterrizaje que digamos. Por esa época también volaban en Siles, en el Puntal de la Rayuela, pero eran poco más que descensos de apenas unos pocos segundos o minutos.
Fue en su primera visita a Orduña en 1989 cuando la cosa fue cambiando. Su primer vuelo en termoladera, de más de 10 minutos, “fue apoteósico”, recuerda. Ahí empezó a contactar con pilotos de ala delta y otros parapentistas que le dejaron probar un Arpege, aquello era “otra dimensión”, nos dice, comparado con el Gredos, así que se lo compró. Luego vinieron otras velas, muchas más.
Entre 1988 y 1989 comenzó a enseñar a gente, aunque ya había empezado con su hijo Raúl algo antes, para así poder volar con alguien. Juntos subieron al pico Almenara, unos 6 o 7 pilotos, despegando hacia poniente y aterrizando donde pudieron con esos limitadísimos planeos. De aquí surgió el nombre del Club Almenara. Por el 1989 o 1990 hizo otro curso en el Valle de Abdalajis y otro más para monitores en Castejón, continuando con las clases en Albacete, mientras recorría todos los sitios de vuelo conocidos y no, pero era lo que tenía el asunto, conocer, ver, aprender.
Hizo la primera concentración de pilotos en el Yelmo allá por el año 1991 o 1992, le propusieron hacer una competición y la primera fue en el 1992, luego le siguieron otras, algunas internacionales, en el 1994 y otra más en 1995, todas en el Yelmo. Ese fue el momento en que dieron a conocer la zona anivel nacional e internacional. Entre el 1994 y 1995 consiguió el título de instructor de la Federación, en Cuenca.
Comenta que a partir de entonces todo fue más fácil, había más conocimientos, había más medios, las cosas mejoraban en materiales y todo fluía más rápido y mejor. Su hijo Raúl fue aumentado de nivel, asistiendo al Campeonato del mundo en Castejón y a varias copas del mundo y empezaba a tener su proyección, Félix Jr., a quien había enseñado después, empezaba a viajar y hacer exhibiciones con Xavier Escaler (Airex) y empezaron a hacer acrobacia (con toda la gente del vuelo en contra) y cambiaron el rumbo del parapente. A partir del año 2000 empezaron las copas del mundo de acrobacia y todos los años conseguían el campeonato para la familia, se llevaban la medallas de individual y de parejas. En esa época empezó ya a despuntar también su sobrino, que había aprendido en casa junto a sus primos Raúl y Félix, no era otro que Horacio Llorens. Mientras Félix continuaba con su escuela en Albacete, formando nuevos pilotos y visitando el Yelmo siempre que podía, para dar vuelos de altura y vuelo en térmica a sus pupilos. Igualmente tanto él como su familia, alumnos y pilotos del Club Almenara asistían todos los años al FIA El Yelmo, desde su primera edición.
Félix no recuerda a cuantos pilotos a formado e introducido el “gusanillo del vuelo” desde que empezó, pero sin duda han sido varios cientos. Otra faceta suya ha sido como Team Leader, desde 2014 ha acompañado al equipo nacional a varios Campeonato de Europa de Cross, y también a Campeonatos del Mundo, volviendo con medallas para España. Como vemos su larga carrera en el parapente también ha estado ligada a la competición, no como piloto, pero si apoyando y acompañando al equipo nacional y a sus hijos, amigos y compañeros. Mientras ha mantenido una lucha continua por enseñar, seguir aprendiendo e intentar hacer lo posible por promover en cualquier sitio y a cualquier nivel nuestro deporte. En el año 2020 (famoso por motivos conocidos) consiguió, con su hijo Félix a los mandos, un segundo puesto del campeonato de España de Biplazas, experiencia que hace una semana repitió en Pegalajar con un tercer puesto.
Con su acostumbrada modestia, siempre ha reconocido que no sería nadie sin su familia, dice “es la que me ha subido hasta donde he podido llegar, o sea que en principio se lo debo todo a ellos que son en realidad los principales artífices de mi carrera”, aunque todos sabemos de sobra que él es la mecha que dio origen a todo y en gran parte a la promoción y desarrollo del parapente en este país. Félix siempre ha estado presente en nuestro festival. Aún en los momentos difíciles, hemos contado con el calor y amistad de esa gran familia. Por todo esto y mucho más que se nos queda en el tintero… y lo que está por llegar,
¡Muchas gracias Félix! Es un honor y un placer poder contar contigo en nuestro paseo de la fama y que tus huellas queden marcadas en el suelo de la que es tu sierra, tu casa… tu cielo.